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domingo, 1 de noviembre de 2009

Una poesía sorpresa.

Una mañana cualquiera, después de haberme leído un libro de poesías, me levanté poética, abrí la ventana, cogí un folio y un lápiz y sin darme cuenta escribí esta poesía:

ME DEJÉ LLEVAR

Me dejé llevar,
por pensamientos impuros.
Me dejé llevar,
por tus ojos oscuros.

Me dejé llevar,
por las prisas.
Me dejé llevar,
por tu sonrisa.

Cuando me dejé llevar,
me dio por otros pensamientos impuros.
Cuando me dejé llevar,
no vi tus ojos oscuros.

Cuando me dejé llevar,
no tuve prisas.
Cuando me dejé llevar,
no vi tu sonrisa.

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